Siempre he sido defensora de llevar la sinceridad hasta las últimas consecuencias. De ir de frente y decirle a quien te importa lo que te gusta y lo que no. Hoy tengo mis dudas. No me gusta saber que he hecho daño a alguien a quien quiero, y entiendo que para ese alguien es difícil entender que el fin no era ese, si no explicar el porqué de ciertas cosas.
A veces se nos olvida ponernos en los zapatos del que está al otro lado y en cómo se pueda sentir y pensamos exclusivamente en desahogarnos para sentirnos mejor nosotros mismos, en quedarnos a cero y volver a empezar limpios de polvo y paja. Puntito egoísta al que sumo puntito torpe. No era el momento y me dejé el cariño por el camino. Y eso no está bien.
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