Una de las conclusiones del finde astur es que a la gente le cuesta un huevo desprenderse de las cosas viejas. Imagino que porque al tirarlas nos da la sensación de que tiramos una parte de nosotros. Yo sin embargo soy de las que de repente sufro lo que llamo "ataques de tirar" y me levanto un sábado con ganas compulsivas de llenar bolsas de basura con lo primero que encuentro. Casi siempre cosas inservibles de las que todos acumulamos "por sí acaso". Como que me da vidilla y la sensación de empezar de cero. Una especie de rito purificador. Me consta que a otr@s les da por cocinar o limpiar hasta la última pelusa de debajo del sofá. Manías. Eso sí, guardo cajas y cajas de fotos, y todos mis libros, incluida la coleccion de Los Hollister, Los Cinco o Guillermo el Travieso. Eso es intocable.
Imagino que esta manía por deshacerme de las cosas cada cierto tiempo se debe a que mis 60m2 dan para lo que dan. Probablemente, si fueran 300 mi casa parecería el salón de la casa - museo de Sara Montiel.
En otro post os contaré mi obsesión por cambiar los muebles de sitio... Aunque en estos 60m pocas combinaciones nuevas quedan ya después de tantos años.
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